Un estilo para cada alimento

Hace pocos años la percepción sobre las cervezas es completamente diferente. Antes había una selección limitada y las marcas de toda la vida que son prácticamente bebidas claras, sencillas de tomar y refrescantes.

Hoy, hay estilos cerveceros para acompañar cualquier alimento y platillo, o incluso momento. Atrás quedaron las opciones de toda la vida que son excelentes, pero que son muy similares entre sí.

Porter, stout, IPA, pale ale, pilsner, weizen, lámbica… Ahora hay una cerveza de cada estilo con distintos aromas, sabores, texturas y espumas.

Por ejemplo, una porter o una stout son cervezas siempre oscuras que se elaboran con maltas tostadas. Al paladar muestran café, chocolate, tostados y ahumados. Son perfectas para postres o un buen mole.

La IPA (India Pale Ale) es una cerveza muy frutal y amarga por lo que al final resulta muy refrescante. Su contenido de lúpulo (que da el amargor) es alto y son ideales para platos del mar o cítricos.

Una pale ale es un estilo más conservador, no hay tanto amargor, es suave, pero hay texturas sedosas. Es una cerveza típica británica que va bien con panes, quesos suaves y cremas.

La weizen, de origen alemán, tiene trigo además de la cebada. La bebida suele ser turbia y con aromas y sabores marcados a plátano. Perfecta para un pollo, una carne ligera o platos con sabores herbales.

La lámbica es de origen belga y tiene notas dulzonas, además de cierto amargor. Esta cerveza se elabora con levaduras espontáneas solamente en ciertas zonas de Bélgica. Es una cerveza de postre, pero también acompaña bien una tabla de quesos.

Y entre todos los demás estilos también existe la libertad de agregarle cualquier ingrediente a una cerveza de tal manera que obtienes una gama infinita de opciones para la nariz y el paladar.

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